viernes, 22 de julio de 2016

Despedida



Foto tomada por: Vianney Hidalgo

Te libero de mí.
De mis ganas de hacerte feliz,
De mi poca capacidad para entenderte, para quererte.
Te libero de mi amor, que no te basta, que nunca ha sido suficiente.
Te dejo, aunque seas tú quien me haya dejado.
Te dejo por eso miles de hombres imaginarios que se mueren por mí,
Te libero de la nostalgia compartida
De los sueños no compartidos.
Te libero de la obligación que sientes de hacerme madre, que tanto te pesa.
Te libero, de mi poca capacidad de orientación,
De los kilómetros recorridos sin destino.
Me libero de ti, también.
De tu tristeza infinita, de despertar sola aunque estés en la misma cama.
Te dejo con tu vida, que no es la mía
Y a la que nunca fui invitada.
Me quedo con lo aprendido, con lo querido juntos.
Con el saber que soy multiorgásmica.
Me quedo con tu sonrisa de actor de cine y con las películas en blanco y negro.
Me quedo con el Gato Pardo y con la chica de lo que el viento se llevó
Que es  tan parecida a mí.
Te libero de mis caprichos, de mi sonrisa a medias, de mis malos días.
Te libero del darme vueltas por casa, de mí no saber, de mi no decidir .
Te libero de mi no saber montar en bici, de mis idas a misa, de tener miedo a los fantasmas. Te libero del poco encuentro que hemos tenido.
Te libero de mi poca planeación, de mi desorden, del gato que te lame y del gato suicida.
Me libero de ti, de buscarte y no encontrarte, de amarte y no amarme.
Déjame envejecer con los hombres que me gustan y que no son tú.
Pero ya déjame, que ya no quiero tenerme pena y ya no quiero quererte, ni bailarte, ni dormir en tu cama, ni estar enamorada de ti.
Que seas feliz, con tus montañas y con tus silencios, con tu gente que no es la mía. Con tu vida que no es la mía.
Déjame con mi pena de 28 años, con el Cusco, con las hojas de coca, con el páramo, déjame con mis caprichos, con mi pantalón roto, con mis medias dispares. Déjame con el tabaco y mi ansiedad.
Déjame y no me vuelvas a buscar.
Déjame y no vuelvas o vuelve si de verdad me vas a amar, como te dije un día solo quiero que me quieras bien, si no puedes no vuelvas, no me busques y déjame.

martes, 19 de julio de 2016

¡Hola Ecuador!, ¡Chao ecuatorianas!





La revista ¡Hola Ecuador! de julio 2016 tiene en su portada a 5 mujeres.  5 son blancas, 5 son delgadas, 4 son rubias y 5 van vestidas como si fueran a un cóctel de la “high class” latinoamericana. 

El nombre del artículo dice “Distinguidas mujeres de Quito, Cuenca y Guayaquil”
Una es una cantante poco reconocida, famosa  en algún momento.
Una es ex reina de belleza (Miss Ecuador)
Una es una ex nadadora profesional
Una es un personaje de la farándula de la televisión nacional
Una es la esposa de un 4 veces candidato a la presidencia.

Resulta inquisitivo ver a esas mujeres en la portada de una revista. Probablemente para una sociedad como la española en la cual físicamente la población es bastante homogénea, sería normal. Muchas mujeres en Europa o Estados Unidos lucen así, pero en Ecuador, no. 

Yo, soy morena, tengo el pelo negro y disto de ser delgada. Como las mujeres de la portada de la revista conozco a pocas mujeres y de esas pocas, tal vez dos son ecuatorianas.  Las mujeres de mí alrededor son morenas, algunas más blancas, son anchas, delgadas, de cabellos negros, rizados, mestizas, indígenas, afros.

Entiendo que las revistas de farándula no pueden “vender” otro tipo de mujeres, no pueden “vender” mujeres normales como el 90% de las ecuatorianas. El mostrar mujeres imposibles para la mayoría de nosotras nos obliga a consumir y a vivir en una completa insatisfacción con nosotras mismas. ¿Cuántas quiteñas, guayaquileñas, cuencanas, machaleñas, otavaleñas,  lojanas, tenenses, sucumbienses se reconocen o se ven en esas mujeres? 

Llama mucho la atención que  en un país de mestizos, donde lo “blanco y lo rubio” es minoría, sean mujeres rubias, blancas, urbanitas, heterosexuales, las que (en esta revista) están representando a las 3 ciudades más importantes del Ecuador. Los modelos de éxito que estas imágenes venden están desligados a lo que nosotros somos.

 No pretendo descalificar a este tipo de revistas porque son una muestra de la libertad de elección de la que somos parte. Si hay producción es porque hay consumo. Sin embargo no se puede seguir relacionando lo exitoso, lo bueno, lo deseable, con un canon que no es el de las ecuatorianas. 

Por otra parte, es chocante que se siga identificando lo femenino con la delicadeza, el cuerpo, el hogar.  Es probable que si se hablara de distinguidos caballeros ecuatorianos, en la portada de la revista estarían empresarios, políticos, deportistas. Probablemente estarían hombres “exitosos” independientemente de su atractivo físico. No me imagino que podría estar un hombre en calidad del marido de. 

Me resulta inquietante pensar si las mujeres ecuatorianas compararíamos una revista en la que en la portada estuviera una mujer indígena, mestiza, afro, de un cuerpo promedio. Citando a Jorge  Icaza en el Chulla Romero y Flores, recién leído por mi compañero (a quien le agradezco haberme sugerido el tema de la entrada) somos un pueblo que venera lo que odia y ama lo que esconde.  

Larga vida al ¡Hola!