La revista ¡Hola Ecuador! de julio
2016 tiene en su portada a 5 mujeres. 5
son blancas, 5 son delgadas, 4 son rubias y 5 van vestidas como si fueran a un
cóctel de la “high class” latinoamericana.
El nombre del artículo dice “Distinguidas
mujeres de Quito, Cuenca y Guayaquil”
Una es una cantante poco
reconocida, famosa en algún momento.
Una es ex reina de belleza (Miss
Ecuador)
Una es una ex nadadora profesional
Una es un personaje de la farándula
de la televisión nacional
Una es la esposa de un 4 veces
candidato a la presidencia.
Resulta inquisitivo ver a esas
mujeres en la portada de una revista. Probablemente para una sociedad como la
española en la cual físicamente la población es bastante homogénea, sería
normal. Muchas mujeres en Europa o Estados Unidos lucen así, pero en Ecuador,
no.
Yo, soy morena, tengo el pelo
negro y disto de ser delgada. Como las mujeres de la portada de la
revista conozco a pocas mujeres y de esas pocas, tal vez dos son
ecuatorianas. Las mujeres de mí
alrededor son morenas, algunas más blancas, son anchas, delgadas, de cabellos
negros, rizados, mestizas, indígenas, afros.
Entiendo que las revistas de
farándula no pueden “vender” otro tipo de mujeres, no pueden “vender” mujeres
normales como el 90% de las ecuatorianas. El mostrar mujeres imposibles para la
mayoría de nosotras nos obliga a consumir y a vivir en una completa
insatisfacción con nosotras mismas. ¿Cuántas quiteñas, guayaquileñas,
cuencanas, machaleñas, otavaleñas, lojanas,
tenenses, sucumbienses se reconocen o se ven en esas mujeres?
Llama mucho la atención que en un país de mestizos, donde lo “blanco y lo
rubio” es minoría, sean mujeres rubias, blancas, urbanitas, heterosexuales, las
que (en esta revista) están representando a las 3 ciudades más importantes del Ecuador. Los
modelos de éxito que estas imágenes venden están desligados a lo que nosotros
somos.
No pretendo descalificar a este tipo de
revistas porque son una muestra de la libertad de elección de la que somos
parte. Si hay producción es porque hay consumo. Sin embargo no se puede seguir
relacionando lo exitoso, lo bueno, lo deseable, con un canon que no es el de
las ecuatorianas.
Por otra parte, es chocante que
se siga identificando lo femenino con la delicadeza, el cuerpo, el hogar. Es probable que si se hablara de distinguidos
caballeros ecuatorianos, en la portada de la revista estarían empresarios, políticos,
deportistas. Probablemente estarían hombres “exitosos” independientemente de su
atractivo físico. No me imagino que podría estar un hombre en calidad del marido
de.
Me resulta inquietante pensar si
las mujeres ecuatorianas compararíamos una revista en la que en la portada
estuviera una mujer indígena, mestiza, afro, de un cuerpo promedio. Citando a
Jorge Icaza en el Chulla Romero y Flores,
recién leído por mi compañero (a quien le agradezco haberme sugerido el tema de
la entrada) somos un pueblo que venera lo que odia y ama lo que esconde.
Larga vida al ¡Hola!
Larga vida al ¡Hola!
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