lunes, 30 de octubre de 2017

Y recuerdas

Y recuerdas el último beso,
ese, el de la mañana, donde todo parecía que estaba bien.
Recuerdas las piernas entrelazadas y las bromas sobre su barba
y sobre tus lunares. 

Recuerdas el cepillarte los dientes y sus manos buscando tus tetas frente al espejo
su cara perdiéndose en tu cuello y el sentir que ahí era donde debías estar. 

Recuerdas abrazarle por las noches y su calor aunque fuera invierno
y aunque todo haya estado mal y haya terminado peor
recuerdas lo bueno. 

Lo bonito de sus pestañas negras y su nariz judía
de como esos ojos verdes te veían y como te vieron el último día, con odio. 

Recuerdas sus bromas tontas para que te rieras cuando no querías
y también sus bromas tontas que te herían cuando quería ser cabrón.

Porque si que lo era, un cabrón con sus 6 letras y un cabrón en gallego,
también recuerdas su boca tan presta a besarte y buscarte y también a callar
porque cuando quería sabía como herirte, en silencio.

Las horas y horas de viajes por carreteras donde solo tenías eso, silencio;
que dolía más que un reproche, que pesaba más que una bofetada.

Y estaban ahí los gemidos al hacer el amor pero también los portazos
y la condescendencia barata que él quería decir que era amor.

Y bueno, recuerdas que a él le importaba que las piedras estuviesen numeradas
que alzaras el sillin de la bici y que no fumaras. 

Y fumas y fumas, por venganza y por despecho
porque sí que has querido a alguien
porque sí que te has enamorado
pero a nadie le había importado, que hicieras voces tontas
que vieras formas en las nubes
porque a nadie le había importado que las piedras estuvieran numeradas.