El encuentro de las
aguas es un fenómeno geográfico del Estado de Amazonas en Brasil, cercano a
Manaus (su capital).
El Río Negro con el
Solimoes (nombre originario del Amazonas en Brasil) avanzan paralelos por 6 kms
sin mezclarse, tienen diferente densidad,
temperatura y velocidad. El uno es de aguas negras (he ahí su nombre) y el otro
de aguas cafés arcillosas, en algunas partes del trayecto parece que el uno
gana al otro, sin embargo se resisten a ser uno solo.
Encontro das aguas 2019 |
Mientras me envolvía
con la magia de navegar en el río más caudaloso y largo del mundo pensé que
muchas veces en la vida avanzamos como el Solimoes y el Negro.
Hay encuentros inevitables y las ganas de
fundirse son infinitas, pero hay tantas incompatibilidades que aunque te
obligues a avanzar kilómetros y kilómetros esperando que en algún momento
puedan ser uno solo, no pasa y te
encuentras con un Amazonas que no da tregua porque es lo que es, porque ha
vivido recorriendo, erosionando y sembrando desde que nace en los Andes, y
entonces ( con ese afán que se compara a la terquedad) aceptas ser el otro río, el que corre más
lento, el que a veces entre orilla y orilla se cuela y le da un beso y por un
momento parecen ser uno, pero metros más abajo vuelven a separarse, y entonces
el Amazonas vuelve a bramar y el Río
Negro a alejarse, se acompañan, convergen pero nunca se mezclan.
Entre kilómetro y kilómetro te das cuenta que el
encuentro es maravilloso pero que en esa parte de la Selva no se mezclarán, sin
embargo "ríos" abajo aparecen nuevas aguas, blancas, rápidas que vienen de otras
montañas, de otras latitudes, aparece un río que canta diferente y entonces es
ahí cuando formarán el bajo Amazonas, que mucho, mucho más abajo pasará a ser parte
del maravilloso Atlántico.
Llegando al Atlántico |
Y ahí, lejos de casa, a más de 35 grados de temperatura,
mientras pensaba en mi simple analogía, entendí las veces que he sido el
Amazonas, las veces que he sido el Río Negro, entendí mi momento en la selva y continué
mi camino agradecida con el universo y con la vida. Con 5
días más de navegar río abajo sentí la “saudade” pero también la alegría del
encuentro y sí, fui feliz.
En alguna parte del Amazonas, agosto/septiembre 2019.
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